De la Bestia y otros demonios
una mentira dicha mil veces se convierte en verdad.
A.H
Desde las atrocidades de Tacueyó, las masacres de La Chinita y los actuales campos de concentración en la selva, solo por nombrar algunos, estos ritos de sangre e iniciación a los que son obligados o de buena gana hacían los implicados, no se puede explicar de una forma lógica o aún en un sentido puramente sencillo y humano.
Hay antecedentes en la historia de la humanidad y en tiempos cercanos (sacrificios aztecas, campos de concentración nazi, Gulags en la unión soviética, el kramer rouge en Camboya) que los sacrificios humanos, la tortura y la degradación más vil son de hecho actos de magia negra que buscan comunicarse o perpetuar el contacto con lo infrahumano para solicitar sus servicios: poder, riqueza, mujeres, invencibilidad y hasta invisibilidad.
No faltará en las declaraciones de los ejecutantes que en estos actos de horror se practican ciertos rituales oscuros y rezos extraños. Se sabe que aún en la mafia criolla a su vez cultivan estos rituales, no en vano los oficiales de los cuerpos de seguridad que los combaten fuera del arma de dotación que portan, llevan Biblia y rosario.
Bergier & Pauwels en su inquietante libro “El retorno de los brujos” dicen -el mal es cada vez más raro-, nada de extraño porque en Colombia se arropan de justicia, revolución y camaradería, distorsionando la verdad hasta lo inimaginable.
En todo el mundo hay seguidores, en la patria a su vez hay legión que siguen el dictado. Ellos no deben ser nombrados, como se decía en la edad media a la cual nos quieren llevar, son innombrables.
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