Peña Artistica - Eleano Lasso

Encuentro de Poetas

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Recital Fundación Plenilunio

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Cali Comfenalco Dic 6 - 2008

Dia del Periodista

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Miranda, Febrero 7 de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

OCTUBRE
Fuerza Imparable
Esta historia de amor, este cuento, se ambienta en un contexto social de conflicto armado interno de un país asolado por la violencia. Parte de un principio básico como lo es: una fuerza y/o energía inmensa que aunque no se llega a ver, se logra percibir y además es imparable; hay amores tan grandes que ni la vida misma alcanza para terminarlos. Esta es una historia de la vida real con personajes como tú y Yo
Hace muchos años, Tú que tenía 18 años y Yo que tenia 20 años, se amaban intensamente, de esos amores como pocos donde la intensidad, la pasión, la libertad y la razón se conjugan maravillosamente desembocando en una relación majestuosamente alucinante. Tú y Yo luchaban a diario por su amor y por sus recuerdos, hasta que un día en el pueblo donde se profesaban tanto amor, entro en enfrentamientos armados con las fuerzas armadas revolucionarias y las fuerza armadas institucionales; en medio de tanto caos, muerte, dolor y desesperanza, tanto la familia de Tú como de Yo, tomaron caminos distintos, inmigraron a ciudades difíciles de vivir sin dar tiempo a un previo aviso, las circunstancias sociales los alejaron estrepitosamente sin ni siquiera saber si alguno de los dos había sobrevivido ha aquélla avalancha de balas de ambos bandos, marcando sus vidas tristemente. Separados sin aviso un futuro se les hiso.
10 años después, Tú logro especializarse en música y formo tres melodías en su vida: la melodía de una soñadora, donde durante muchas noches, hubo sueños donde Tú declaraba su amor a Yo, sueños de película donde “exteriorizaba” todo lo que sentía, sueños que le permiten, crecer, volar, sentir; parecían tan reales que despertar, simplemente era un silencio profundo.
La melodía del olvido, Tú decide cambiar el sonido de su destino y seguir con su vida, así que para sobrevivir toma una decisión rápida y es conseguir pareja y casarse. Pero los amores reales regresan cuando menos se les espera, y justo el día de su matrimonio, antes de dar el tan definitivo si, sus vidas vuelven a cruzarse, Yo es el notario que les dará la “bendición” ante la ley. En ese momento parecía que el tiempo se detenía y regresaba el pasado, pero la sorpresa, y los recuerdos no fueron suficientes para que las palabras y los actos detuvieran lo inevitable, Tú se caso con Él y desde ahí estas tres vidas crearon un nuevo vínculo.
A partir de ese encuentro tan ocasional, las salidas a tomar café, al cine, a comer, a ver obras, a conversatorios de amor etc., entre Tú y Yo y a veces con Él, les llevaba a recordar su pasado, y las coincidencias se hacían más notorias. Pero pese a todo Ello, Tú ya había tomado una decisión y su nuevo estatus le impedía acercarse mas de lo socialmente aceptado a Yo, así que hiso un esfuerzo enorme por ignorar su pasado, aunque ahora Yo también hacia parte de su presente, y esto le confundía puesto que estaba latente ÉL amor que creía sentir por su cónyuge y los sentimientos por su primer amor. De esta manera, su amistad se acrecentaba y con ella los miedos, las posibilidades… nadie quiere salir lastimado ni lastimar a un tercero, pero ¿qué decisión tomar? Culpa, engaño, infidelidad, son sentimientos y acciones que evitar, son tres corazones angustiados, llenos de miedo, y amor, de zozobra y de dolor.
Finalmente Él se entero del amor que sentía Tú por Yo y también tomo una decisión, enfrento a Tú y le pidió que si le amaba por favor fuera sincero y le expresara sus verdaderos sentimientos, Tú en medio del llanto y del dolor, reconoció que su primer amor estaba de nuevo en su vida y quizás con mas fuerza que antes, que no lo había engañado físicamente, pero que a diario sus pensamientos, y sentimientos se desplazaban mentalmente a los brazos de quien fuera su primer amor; también reconoció que su intención no era lastimarlo, que lo quería, pero que realmente a quien amaba era a Tú y ya nada podía hacer para frenar algo que hace años había empezado en su vida.
De esta manera Yo reconociendo a lo que se enfrentaba tomo una decisión desde el fondo de la sensatez de su corazón, y le dijo a Tú: “Tú felicidad me importa, y más que nada en el mundo, quiero ser la causa de esa felicidad, pero ahora lo se, no lo soy y no me queda de otra que apartarme de tu lado, porque lo que sientes ahora, es esa fuerza imparable, y claramente me toca a mi moverme”. Así, con estas palabras Él decide alejarse de Tú porque sabe que esa fuerza imparable que siente nada va a poder detenerla, y es mejor terminar todo con una salida diplomática que permita recordar posteriormente bellos momentos compartidos, en contra de dolores y angustias que a futuro vivirán si se quedaba a luchar contra esa energía que ÉL percibía como algo imparable.
La melodía del reencuentro y esa fuerza imparable que es ÉL amor, ya todo estaba decidido solo tenia que ir al encuentro de Yo y cuando lo hallo, una calidad sonrisa y un fuerte abrazo revelo todo el amor postergado en sus vidas, toda esa energía imparable se materializo en un hermoso y pasional beso, jurando que ante cualquier conflicto de cualquier naturaleza: bélico, social, económico, político, personal etc., nada los iba a separar, y si volvía a suceder, cuantas veces el destino lo hiciera, se guardarían el uno para el otro, siempre se esperarían. Y así fue.
Claramente el destino jugo un papel principal en toda esta historia, pero sin todo ese amor y valor para enfrentar las situaciones adversas, la lucha simplemente no hubiera existido. Más que un destino, fue una decisión la que posibilito la realización de esa fuerza imparable que es el amor. ¿Cual es Tú decisión, hacer lo correcto o lo que sientes?
Luz Adriana Ibarra
Fuimos más que dos
Esa tarde quedó grabada en mi mente como una mácula indeleble que permanentemente altera mis sentidos incitando a la nostalgia… Eran las tres de la tarde de un domingo de puente que como de costumbre pasábamos en Santander de Quilichao; el disfrute de nuestro fin de semana se vio interrumpido por una de esas peleas conyugales que se estaban volviendo ya muy frecuentes entre nosotros, por lo que decidimos retornar a nuestra casa en Cali para no importunar a los demás. Conducía en silencio junto a mi esposa cuando la vi que agitaba su brazo, en señal de pare y lléveme, o como decíamos en la universidad: “echando dedo”; estaba absorto perdido en su mirada y más aún en sus lindos y firmes pechos que se agitaban con el vaivén de su brazo, cuando escuché la voz de Eliana. – ¡Recójala! a ver si su compañía conjura un poco la tensión en este carro. - ¡huuuum! Tus deseos son órdenes - Dije para mis adentros y de inmediato mi pie derecho oprimió el pedal del freno; la chica se acerco sonriente y con un – ¡Hola¡ – informal abrió la puerta y se acomodaron ella y su morral en el asiento trasero.
- Me llamo Lady ¿van para Cali?
- Que tal, yo soy Eliana y él Oscar Eduardo, si, vamos para Cali. – sentí su respuesta como una intromisión. ¡Yo era quien debía haber hablado! Por eso pregunté en tono seductor.
- ¿Cómo estas Lady?… ¿y eso? –continué mirando su equipo de camping- ¿por qué interrumpiste tu excursión? el puente no ha terminado. - Concluí volteando a ver con severidad a mi esposa.
- Estaba con unos bobos a los que no pude soportar más y preferí “open de parche” para buscar mejores compañías. - Eliana y yo cruzamos una mirada cómplice, la misma que hacía tiempo no nos salía y que en adelante se nos volvió recurrente gracias a Lady.
Durante todo el viaje se dio entre los tres una charla muy amena, cuyo tema fue casi que exclusivamente las anécdotas del frustrado paseo de Lady, sus ideas y posiciones sobre los jóvenes, la diversión, la libertad, la autodeterminación y la responsabilidad sobre sí misma. A pesar de sus nóveles diecinueve años era una chica muy independiente y segura; vivía sola pues siendo de Bucaramanga decidió venirse a estudiar Sociología a Cali, lejos de sus padres sin que para ello mediara un problema familiar.
Cuando entramos a la ciudad, luego de intercambiar la localización de nuestras residencias, me disponía a acercar a Lady a la suya cuando ella exclamó con un dejo de tristeza: - Que “mamera” irme a meter sola ahora en ese apartamento. –me sorprendí a mí mismo diciendo en un acto de valentía:
- Pues vamos un rato a la Casa a escuchar un poco de música, y poder continuar esta charla tan sabrosa que traemos. –no había terminado mi frase cuando Eliana complementó para aumentar mi sorpresa: -¡Claro!... Y antes nos tomamos unos traguitos, hace tiempo que tengo ganas…
Ya en la casa, la música, los tragos y la inexorable irrupción de la noche, crearon un ambiente más íntimo y el tema del sexo se coló en la conversación sin saber cuál de los tres fue el primero en traerlo a colación. De la charla ceñuda de nuestras posiciones personales sobre el tema, pasamos a algunos sutiles comentarios de inconfesadas fantasías y de tener pequeñas perversiones, luego Lady propuso el tradicional juego de la botella para atrevernos a realizar cosas que se fueron planteando en la dinámica de “¿la verdad o se atreve?”.
Se puso a girar la botella y el juego se fue desarrollando cada vez con penitencias y preguntas más duras y atrevidas; en uno de esos giros el pico señaló a Eliana, a Lady le correspondió preguntarle – ¿La verdad o se atreve? – Me atrevo. Respondió con cierta aprensión en su voz.
- Dame el beso más apasionado que sabes dar – sentenció sin el menor titubeo. Eliana me miró con un gesto de desconcierto, para luego aproximarse sibilina a su retadora y comenzar a chantarle en la boca un beso que lentamente se fue tornando en el más ardoroso y sensual que presenciara hasta entonces entre dos mujeres. Las firmes y juveniles tetas de Lady se comprimían, presas únicamente tras la franela que usaba sin sostén, al sobarse con el hermoso par que Eliana dejaba traslucir desde la túnica con que reemplazó su ropa al llegar a casa para ponerse más cómoda. Eran dos pares de labios carnosos urgando las delicias que cada boca esconde, mientras que cuatro brazos femeninos parecían tener alas al recorrer dos bellos cuerpos fogosos de lindas mujeres enardecidas.
Al terminar, las dos me miraron con una mezcla de picardía y vergüenza que yo calmé al hacer girar la botella con una inmensa sonrisa de complicidad, su pico señaló a Lady. – ¿La verdad o se atreve?
- A partir de ahora, me atrevo a lo que sea– dijo con voz jadeante y una gran carcajada.
- Desnúdate totalmente para nosotros – ordené con expresión igualmente agitada al hablar.
Lady aumentó el volumen del tema que reproducía el equipo de sonido y nos ofreció un delicioso striptease; ya totalmente desnuda tomó la botella y esta vez, muy adrede, hizo que su pico me señalara a mí: - ¿La verdad o se atreve? – La verdad, le dije simulando no haberme percatado de la trampa.
- ¿Dinos que estás pensando ahora?
- Que ustedes dos son la pléyade más bella que se ha posado frente a mis ojos – exclamé mirando esos dos cuerpos anhelantes de placer, haciendo alarde del poeta que no soy.
- ¡Qué hermoso! –musitó tomando a Eliana de la mano – Te has ganado un beso de las dos.
Al entrar sus lenguas simultáneamente en mi boca, sencillamente perdí la noción de todo. No sabía en tal momento dentro de cual boca se encontraba la mía; varios minutos después sentí deslizarse hasta el suelo la túnica de Eliana y cuatro manos de mujer comenzaron a despojarme de mi ropa. ¡Tres cuerpos se fundieron desnudos en uno!, ¡tres ritmos alternaban nuestros cuerpos!, ¡tres voces no cesaban de gemir!
El lunes nos sorprendió trenzados en un delicioso abrazo. Al medio día, entre todos preparamos un desayuno-almuerzo que nos supo a gloria, mientras deambulábamos desnudos por toda la casa. En la tarde, nuevamente entregados al amantísimo Eros; por un momento me aparté un poco de sus cuerpos para poder observar cómo se amaban estas dos mujeres a las que ya estaba adorando. Fue una estampa preciosa esa visión sublime que esculpió mi retina para grabarse indeleble en mi memoria.
Duramos varios meses de encuentros furtivos, a veces en nuestra casa, otras en su apartamento; siempre andábamos los tres, íbamos a cine, salíamos a comer, a bailar, siempre juntos. Sin embargo una vez que tuve que trabajar hasta tarde, al llegar a casa encontré sólo las huellas de una intensa jornada de amor y a mis doncellas dormidas, exhaustas. La desazón que sentí esa noche sólo pude calmar la tarde que recogí a Lady en su universidad y sorpresivamente la introduje en un motel, lo cual le agradó enormemente, al confesarme que era la primera vez que entraba a uno y le encantaba que fuera conmigo. – ¡Es como si fuera un virgo que te estoy entregando! – dijo mientras se colgaba de mi nuca para que la cargara al entrar en la habitación.
Pero luego nuestros encuentros se fueron distanciando poco a poco sin una razón aparente. De todas maneras, cuando nos encontrábamos las expresiones de amor y de pasión seguían siendo tan fuertes como al principio. Eliana y yo nos hacíamos el amor intensamente, sufriendo cada cual en silencio la ausencia de nuestra Lady; a veces lo hablábamos y lamentábamos su abandono pero sin juzgarla y mucho menos reprochar su ingratitud.
Un sábado nos llamó para avisarnos que iría esa noche a visitarnos para comentarnos algo. Esa noche llegó puntual con un muchacho de su edad a quien nos presentó llena de alegría, al confesarnos que había encontrado al compañero de su vida, que eso la hacía muy feliz, pero que igual agradecía y jamás olvidaría todo lo que nos habíamos permitido vivir juntos. El chico igualmente nos agradeció por la felicidad brindada a su Nena y así partieron frescos, vivaces y desbordantes de esa energía que proporciona el conjugar amor y juventud. Al despedirse Lady prometió jamás olvidarnos y visitarnos con mayor frecuencia, nos tomó a los dos por la cintura, nos atrajo hacia ella y nos dimos un beso de tres, idéntico al de nuestra primera noche, ante la inexpresiva mirada del muchacho.
Esa noche llorando juntos lo que ambos ya asumíamos como su despedida, nos sorprendimos al caer en cuenta que no hubo un solo reproche, que no existía ningún resentimiento por su abandono; al contrario, en medio de ese gran dolor, afloraba un limpio sentimiento compartido de alegría al imaginarla feliz. Inmersos en esta maraña de sentimientos, casi sin darnos cuenta empezamos a hacernos el amor con ardoroso frenesí; después nos sentimos inmensamente unidos, compañeros de siempre.
Fue de este modo que poco a poco fuimos comprendiendo que Lady, nuestra querida Lady, era un Ángel de amor que irrumpió en nuestra vida para arrancarla del hastío al que la estábamos arrastrando sin darnos cuenta. Ahora, al igual que ella, nos sentimos capaces de luchar siempre por mantener nuestro amor, buscando una felicidad compartida. Aunque, los tres sabemos, que nuestras almas añorarán por siempre aquellos deliciosos momentos juntos que desearíamos de vez en cuando repetir; pues aunque hoy hemos vuelto a ser felices, mi compañera y yo, en ese entonces fuimos más que dos.
José Cristóbal González Holguín

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